El médico otorrino atiende un viejecito millonario que había comenzado a usar un revolucionario aparato de audición:
- Y entonces, señor Almeida, ¿le gusta su nuevo aparato?
- Sí, es muy bueno.
- ¿Y a su familia le gustó?
- Todavía no se lo conté a nadie, pero ya cambié mi testamento tres veces.
Por:
Juanito - Canadá
rec.:7/nov/2011 pub.:7/nov/2011 Enviado:12/nov/2011