Chiste #344091
Clasificación: Religiosos
Nota:
4.09 / 11
Un ateo estaba paseando en un bosque, admirando toda la belleza de la naturaleza .
- Pero ¡qué árboles majestuosos! ¡Qué poderosos ríos! ¡Qué bellos animales! iba diciendo a medida que caminaba a lo largo del río. Luego escucha un ruido en los arbustos detrás de él. Se volteó para mirar. Fue entonces que vio un enorme oso-pardo caminando en su misma dirección. Se largó a correr lo más rápido que pudo. Miró por encima del hombro y vio que el oso estaba demasiado cerca. ¡Aumentó la velocidad! Era tanto su miedo que los ojos se le llenaron de lágrimas. Fue entonces que se tropezó y cayó desamparado. Rodó por el suelo. Rápidamente, intentó levantarse, pero… El oso ya estaba sobre él, procurando agarrarlo con su fuerte pata izquierda y con la otra pata, lo trataba de agredir ferozmente. En ese preciso momento, el ateo exclamó: Oh, ¡Dios mío! Entonces el tiempo paró. El oso se quedó sin reacción. El bosque se sumergió en total silencio. Hasta el río paró de correr. A medida que una luz clara brillaba, una voz venía del cielo diciendo: – Tú negaste mi existencia durante todos estos años, enseñaste a otros que yo no existía, y redujiste la creación a un accidente cósmico. ¿Esperas que yo te ayude a salir de este apuro? ¿Debo esperar que tengas fé en mí? El ateo miró directamente a la luz y le dijo: – Sería, de hecho muy hipócrita de mi parte, pedir que, de pronto, me pases a tratar como un creyente. Más tal vez… ¿pudieras convertir al oso y hacerlo cristiano? – Muy bien, dijo la voz. La luz desapareció. El río volvió a correr y los sonidos del bosque regresaron. Entonces el oso recogió sus patas, las juntó en actitud de oración, hizo una pausa, bajó la cabeza y dijo: Señor, bendice este alimento que ahora me voy a comer. Amén
Por:
Daniel - Santiago - Chile
rec.:24/jul/2018 pub.:24/jul/2018 Enviado:10/ago/2018 Comentarios sobre este chiste |